|
Alfan alfiles
a adherirse
a las junturas, al fondo, a los testuces
al sobrelecho de los numeradores a pie.
Alfiles y cadillos de lupinas parvas.
Al rebufar el socairede cada caravela
deshilada sin americanizar,
ceden las estevas en espasmos de infortunio,
con pulso párvulo mal habituado
a sonarse en el dorzo de la muñeca.
Y a la más aguda tiplisonancia
se tonsura y apeálase, y largamente
se enlaza hacia carámbanos
de lástima infinita.
Soberbios lomos resoplan
al portar, pendientes de mústios petrales,
las escarapelas con sus siete colores
bajo cero, desde las islas guaneras
hasta las islas guaneras.
Tal los escarzos a la intemperie de pobre
fe.
Tal el tiempo de las rondas.
Tal el del rodeo
para los planos futuros,
cuan innánima grifalda relata sólo
fallidas callandas cruzadas.
Vienen entonces alfiles a adherirse
hasta en las puertas falsas y en los borradores.
|
|
James Higgins, en la introducción
a su antología, expresa:
"De vez en cuando, algún poema resulta totalmente incomprensible.
Este es el caso del Trilce XXV,
el cual ha seguido siendo, hasta la fecha, un impenetrable misterio para
todos los críticos de Vallejo"
|
|
|
|
|
Alfred Asís, dice:
Hay que trasladarse en cuerpo y alma a una celda entre cuatro paredes,
profunda, misteriosa, infame, hedionda, con rejas de hierro oxidado, ¡con
la mente y el cuerpo en cautiverio!...
Trilce XXV, es una explosiva expresión del amante Poeta, entre
esas paredes lúgubres.
"La intemperie de pobre fe"
"Lástima infinita"
"Las islas guaneras"...Comprensibles letras entre
todas las demás del poema que enmarañan el pensamiento,
soberbia y dolor de Vallejo, ante la tribulación que se le cierne
encima, en ese claustro obligado, nublando hasta por momentos su razón.
Entonces, Vallejo, derrama sus letras, dejándolas caer en el papel
arrolladoramente y sin parar hasta terminar la composición, en
un canto desesperado, queriendo abandonar la oscuridad...
Que comprensible es su obra Trilce XXV. Cada letra es un símbolo;
no nos habla de amor, de los bellos ojos, del sol, la luna, del campo,
de un dulce vino púrpura con sus amigos. Nos habla del dolor, de
la oscuridad de la rabia y la inestabilidad de la mente humana...
Cuantas veces, debe haber recordado, cuando su vista se acariciaba con
los prados y cerros de las sierras peruanas y su vista se cruzaba con
enamoradas que le sonreían.
Y esa celda que le mataba el alma
era la compañera de aquellos recuerdos…
¡Cuánto dolor Poeta! Cuanto dolor
Amante de la libertad
Cuanto dolor…
|
|