Este poema subraya la responsabilidad individual como reflejo colectivo. En un mundo globalizado donde las decisiones de unos pocos afectan a millones, el poeta recuerda que cada gesto humano tiene resonancia simbólica. A la vez, se denuncia la subordinación de pueblos enteros a intereses económicos y geopolíticos, y se propone la unión como única respuesta viable. En la cosmovisión de muchas culturas originarias, incluida Rapa Nui, la comunidad y el respeto mutuo son el eje de la vida social, y es desde esa raíz que se pueden resistir los embates del poder hegemónico. La poesía se convierte aquí en trinchera y en llamado a despertar.